martes, 12 de octubre de 2010

Olvidos, horas, cenas

Los días que se me escaparon aún los veo huir, y no sé qué son.

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El esfuerzo constante por la evidencia que afirma y niega: lo que me sea revelado me tendrá que ser impropio.

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Como en silencio, detestando mis palabras atolondradas. Llenar el vacío se ha vuelto una urgencia con los años. Acaso el budismo mal digerido era buena compañía, acaso la ignorancia sostiene con más fuerza...

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La grave ausencia de la matemática, la precocidad hipnótica de la poesía leve, el enciclopedismo acumulativo y monumental de lo clásico remoto y traducido, y la religión de la nada (Nietzsche/ Zen): las minucias de mi desesperación.

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