viernes, 15 de octubre de 2010
Hoy como ayer
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La lección de compleja simpleza, de pueril arrobamiento enredado en una sintaxis muy adulta, de Súper Mario.
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contar bien las historias, planes
miércoles, 13 de octubre de 2010
leer los días, describir su cadencia
Una imagen enredada a una tristeza y también al revés, la tristeza que sale a flote mediante ciertos préstamos de una vida vivida en accidentes.
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Flujo constante del conocimiento que empieza a encontrar un lugar. Espero que no se deshaga en mi desmemoria antes de colocarle el nombre de la paz.
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Planes establecidos, el control como el rostro más certero de la madurez.
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El control reconfortante es el control de lo controlable que se sabe extraño ante lo extraño. Porque el que todo lo controla se ha quedado con muy poco, y hay un vasto jardín de sinrazones que hay que saber cuidar, mirarlo puramente para vivir siempre con las puertas abiertas a un futuro insólito.
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Como un ritmo acompañado en sus márgenes, aunque a veces en su mismo centro, por la disonancia. Un ritmo con el cual marcar los pasos.
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Contar como seguir un ritmo, contar la vida hasta el último instante, el silencio de la muerte.
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Leer más puede ser leer menos. Leer con un punto de partida, siempre: cuán bien hacen los grandes autores que llegan tarde: llegan a conversar, no a deslumbrar. Así que las grandes listas quedan para los críticos. Para el arte puede ser suficiente una pequeña familia (bien unida).
martes, 12 de octubre de 2010
Olvidos, horas, cenas
Los días que se me escaparon aún los veo huir, y no sé qué son.
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El esfuerzo constante por la evidencia que afirma y niega: lo que me sea revelado me tendrá que ser impropio.
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Como en silencio, detestando mis palabras atolondradas. Llenar el vacío se ha vuelto una urgencia con los años. Acaso el budismo mal digerido era buena compañía, acaso la ignorancia sostiene con más fuerza...
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La grave ausencia de la matemática, la precocidad hipnótica de la poesía leve, el enciclopedismo acumulativo y monumental de lo clásico remoto y traducido, y la religión de la nada (Nietzsche/ Zen): las minucias de mi desesperación.